Reine Blanchett_Capitulo 01

Reine Blanchett
Capítulo 1: Intro (Bandas sonoras de Super Mario)

Los asientos saltaban a cada bache de la carretera, algo que provocaba que por un instante bajara de las nubes para sentir de nuevo el mundanal ruido de la calle.

Normal. Eso era normal para ella. Notó como frenaban las ruedas y poco a poco se detenía el vehículo: habían llegado a una parada. Miró la masiva entrada de gente que o bien pasaba la tarjeta o bien pagaba en efectivo. Mientras el autobús se iba llenando, el ruido se acentuaba de manera insoportable: gente que empujaba, niños llorando, alguno que se enfrascaba en una conversación vulgar…

El transporte volvió a ponerse en marcha mientras el guirigay se atenuaba para dejar paso al potente ronquido del motor, que terminó por dominar el ambiente. Delante de ella se había quedado un hombre de pie cuyo fuerte olor a tabaco, que despedía de forma exagerada, la incomodó. Giró discretamente la cabeza hacia la ventana para perderse en el paisaje urbano. Las casas pasaban, los coches y la gente se difuminaban. La realidad era tan evidente, tan predecible, tan… normal.

Eso la entristecía. Normal. Su vida lo era hasta tal punto que sabía que algún día terminaría la carrera, le darían un trabajo estable como funcionaria con un sueldo más que aceptable, como muchos compatriotas suyos. Sabía que en cuanto estuviera insertada en la sociedad se casaría con alguno de sus mejores amigos de infancia: un tonto que la siguió hasta la universidad por amor y un chaval con un cerebro desaprovechado. Eso era deprimente, saber que tu futuro era tan evidente era simplemente normal.

El autobús llegó a su siguiente destino. Como no soportaba más aquella presión decidió bajar para que le diese el aire, aunque faltaran unas cuantas paradas para llegar a su casa. Se despidió de sus amigos y se abrió camino entre el gentío hasta la salida. Sus compañeros la siguieron insistiendo en que no les importaba acompañarla. "Prefiero ir sola" dijo llevándose una mano a la frente, controlando así la poca cordura que le quedaba. Otro autobús se estacionó detrás del que acababan de abandonar.

A la banda contraria de la calle había un parque, así que se dispuso ir, sin tener en cuenta las recomendaciones ajenas. Se dispuso a cruzar el paso mirando hacia el suelo. Estaba tan absorta en sus pensamientos que se enteró tarde de los gritos de advertencia de la gente:

-¡Reine!- gritó horrorizado uno de sus amigos.

Por culpa de los autobuses parados no había podido ver que un coche se acercaba a toda velocidad en el mismo sentido.